Siempre con los alumnos es un tema el equipo de fútbol por el que hinchas.
Porque dentro de un aula de 32 personas, podes tener una gran variedad, claramente. Desde los que son fanáticos de equipos extranjeros, como los que solo ven los partidos de su equipo.
Podes encontrar alumnos que no te quieren porque su fanatismo supera las barreras del cariño, como los que no tienen problema si vos sos de un equipo y ellos de otro.
Y por supuesto, también están aquellos a los que poco les importa el fútbol, como también los que se ponen de mal humor por haber perdido.
Justamente, hace dos das, uno de mis exs-alumnos al que quiero mucho se me acerca con otro compañero para charlar.
El compañerito traía puesta una remera, del equipo rival del que soy hincha, por lo que cuando se acercó a mí le hice el típico chiste de: "Me congelo cerca tuyo, debe ser por esa remera." Entonces me contestó: "¿Pero vos de qué equipo sos?", le expliqué que era del equipo contrario. Nuestra conversación finalizó con un: "No, Seño. Me decepcionaste."
Al escuchar esto, mi ex-alumno, lo mira y le dice: "A mí no me importa si es de otro equipo, ella es mejor que vos."
Esa pequeña manifestación de cariño, me quedó muy presente. Tal vez porque es un alumno por el que tengo un gran cariño, tal vez porque ese día me di cuenta de lo importantes que somos en sus vidas. Hace dos años ya no es mí alumno, ya no está en mi aula ni corrijo sus cuadernos pero aún así su cariño y su respeto hacia mí siguen intactos.
A veces pienso que un año con un alumno es poco tiempo, a veces me parece mucho. Otras veces me enojo, porque siento que los chicos después de mis interminables charlas de conducta no mejoran. Otras veces llego agotada a mi casa porque me doy cuenta de que tal vez, no son ellos sino que soy yo.
Por momentos pienso que mis expectativas son demasiado altas, que soy muy exigente y que olvido que son niños.
Pero otras veces, vivo situaciones como ésta que me hacen darme cuenta de que hay algo que estoy haciendo bien. Momentos en los que un alumno te hace una carta preguntándote si vos también lo querés, como él a vos. Cuando, ves esas caras divertidas aprendiendo. O cuando en una oración ponen que les gusta venir a la escuela, o hacer la tarea.
O mismo, el día del maestro en el que los chicos, y los papás con mucho esmero arman tarjetas, compran regalos y reparten besos y abrazos.
Esta realmente es una profesión hermosa, qué pena que en distintos lugares del mundo no seamos tan bien valorados como deberíamos ser. Qué pena que nuestro trabajo no tenga la misma dignidad que la de un bancario, empresario, médico pediatra. Qué pena que con nuestro salario apenas podamos vivir. Qué pena que la educación sea un tema del que poco se habla. Qué pena que por TV salgan famosos colgándose dólares, o hablando de como se pelearon con alguien. Qué pena que paguen por fomentar el machismo en programas donde se denigra a la mujer. Qué pena que se pague tanto a un jugador y no se fomente la creación de más escuelas. Qué pena que se destine tanto dinero a tantas cosas y no a lo que realmente hay que destinarlo. Como por ejemplo, a hospitales que se encuentran en pésimas condiciones, a médicos que pasan más tiempo en un hospital que en su casa para podes tener una vida fuera de ahí. A docentes, que se rompen el alma trabajando para poder vivir y quienes se llevan siempre trapos sucios. Porque aunque hagas bien tu trabajo siempre hay alguien al que le interesa embarrarte y complicarte la vida.
Qué pena me da, qué pena.
Pero aún así no hay nada en este mundo que me haga más feliz que ver a mis alumnos crecer, estar en frente a un aula, ver esos ojitos brillar, ser parte de ellos.
Pero aún así no hay nada en este mundo que me haga más feliz que ver a mis alumnos crecer, estar en frente a un aula, ver esos ojitos brillar, ser parte de ellos.
Qué hermosa profesión, que hermosa vocación. Pero qué pena que no todos lo puedan ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario